sábado, 30 de julio de 2016

En el asesinato del presidente Carnot por el anarquista Caserio



"Llegaron entonces, a paso corto, los militares siempre sobre sus caballos, dispuestos los cuatro grupos de cuatro con sus banderas. Después de las tropas vino un trompetero montado, aunque sin tocar, entonces la segunda tropa casí igual a la primera. Vino luego el carruaje descubierto del Presidente de la República, con los caballos apartados apenas tres pasos atrás de la tropa de soldados.

Cuando el último jinete de escolta pasó delante de mí, me desabotoné la chaqueta. El puñal lo quería con el mango para arriba dentro del bolso. Lo empuñé con la mano izquierda y con un movimiento, empujé lejos a dos muchachos que tenía adelante. Me dirigí con velocidad, aunque sin encarar directamente al presidente, yendo en un movimiento contrario al del carruaje. Subí al escalón externo del vehículo y me apoyé agarrándome con la mano izquierda del lateral y con la derecha, le enterré la daga en el pecho del presidente. Dejé el puñal clavado, en su cuello un pedazo de periódico.
Saltando al carro, grité, no recuerdo si mucho o poco, "Viva La Rivoluzione". Así que salté, me di cuenta de que nadie me había detenido ni parecía haber entendido lo que estaba ocurriendo, entonces corrí alrededor del carruaje y de los caballos presidenciales.
Puñal utilizado por Sante Caserio en su acción.
Y en aquel momento grité "Viva la Anarchia!": ahí entendieron los policías. Fui por adelante de los caballos, por detrás de las luces, para intentar mezclarme con la multitud y desaparecer. Pasé entre hombres y mujeres y entonces oí un grito tras de mí: "¡Agárrenlo!". Un policía, llamado Nicolas Pietri, me tomó por el cuello de la chaqueta y entonces otras veinte personas me cercaron





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